domingo, 5 de noviembre de 2017
El Rostro de Jesús aparece en un trozo de Carne
¿Puede aparecer el rostro de Cristo en un pedazo de carne? En Villa Mercedes, en la provincia de San Luis, parece que sí. Creer o reventar.
Gran conmoción y curiosidad causa una costeleta en un autoservicio en dicha localidad, en la que una clienta observó el rostro de Jesucristo. El dueño del local aseguró que no pondrá a la venta la costeleta.
Vecinos creen que es una manifestación divina y una “bendición para todos”. Creyentes y, no tanto, aseguran que pueden visualizar el rostro en la costeleta que estaba a la venta en un autoservicio del barrio Obras Sanitarias.
Una clienta que miró de casualidad la vitrina de la carnicería se percató de la imagen y ahora el dueño del negocio no quiere vender por nada del mundo el trozo de carne. El hombre dice que lo conservará en el freezer.
“Veo a Cristo. Como uno lo tiene representado. Como un sujeto de cabello largo y barba. Hasta puedo distinguir una especie de lágrima o una gota de sangre que le cae al lado de la nariz”, describió Daniel, el dueño del Autoservicio González, al diario ‘La República’.
El comerciante no sale del asombro. Los vecinos de diferentes puntos de la ciudad, que no paran de visitar el local de Amaro Galán al 602, lo demuestran. Algunos incrédulos lo observan con desconfianza y otros, con mucha devoción, se persignan y hasta, aunque suene increíble, lloran ante el pedazo de carne.
Según lo informado por el matutino de San Luis, el retrato en la costeleta fue descubierto el jueves a la tarde, por una vecina y clienta vitalicia del comercio, Nilda de García. El dueño del local contó que la señora estaba en la sección de fiambres cuando empezó a dar vueltas y mirar con atención la vitrina de la carnicería. La mujer le dijo a Daniel y a su esposa ‘vengan y díganme si ven lo mismo que veo yo”. La respuesta del matrimonio fue inmediata: “La cara de Jesús”.
“El carnicero me consultó ‘¿Qué hago ahora?’ y le dije que no la venda, que la deje”, relató la clienta. A partir de ese instante y casi automáticamente, la particular costeleta pasó a ser un objeto de culto. “Seguirá en la carnicería para que quien quiera contemplarla pueda hacerlo, pero nadie podrá comprarla”, dijo Daniel sobre lo que
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